... de una degustación lenta y prolongada. Sin técnica, sin focos ni discursos, sin nada más, que tratar de relacionarse con el vino y sus múltiples bondades. Al final, os cuento de cual se trata; pero está bien que sepáis, que se trata de un Ribeiro tinto que me regaló grandes, excitantes, magníficas sensaciones.
Un ejemplo de que no-tener-ni-puta-idea, no está reñido con pasarlo bien.
6 puntos diferenciados -EL TOTAL DE COPAS DEGUSTADAS, ordenadas cronológicamente-:
- Vivo esplendoroso, exuberante, fruta, especias, mineralidad y madera.
- Fruta, madera prácticamente esfumada, fruta negra con algún toque amargo, mentolado y balsámico. Acidez, estupenda acidez... ¡A seguir bebiendo!
- Integración todavía mayor, continúan esos frutillos; pero una espléndida untuosidad conduce a un final larrrrrrrrrgoooooooooo
- Lácteos lejanos en reposo y leve -sin desagradar- toque alcohólico. Fresco y redondo.
- Profundidad, elegancia y cariñosa tanicidad.
- Espléndido, vibrante, vainilla, regaliz, hierba, redondo, perfecto.
Despacito se vive mejor; podeis creerme.
¿De que vino se trata?. Prefiero dejaros con la duda unos días; para que os pique la curiosidad; os dejo con el habitual temazo y luego, aguardaré en silencio...
E voilá:
Hush, hush
i thought i heard her calling my name now
hush, hush...
i thought i heard her calling my name now
hush, hush...
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