Rest@ur@ntes con encanto, recet@s, vinos, músic@, series, pelis... y, sobre todo, g@n@s de compartir con tod@s mi pasión por la buena mesa.
Un ch@puzón en la variopinta infinid@d del oceano músico-gastronómico.
m@rí@g@stronomí@
m@rí@g@stronomí@; un viaje gastromusical, o musicogastronómico..., o de que por mucho que os cuente, mejor que lo veáis por vosotr@s mism@s:
Un maestro barista ha elaborado estas creaciones de manifiesta dificultad:
Un buen cremado logra una espuma consistente y compacta.
Para l@s neófit@s, diré que conseguir esas figuras depende en gran medida del trabajo previamente realizado con la leche. Para latte art, se precisa de un buen cremado previo. Esta fotografía se tomó transcurridos unos 20 minutos, tras su elaboración.
Bien está lo que bien parece... no se ve esto todos los días. Pero algo más difícil de observar a diario, es el magnífico atigrado que mi barman logra gracias a su esmerada filosofía de trabajo:
Ante un espresso de tamaña calidad, el azúcar es simple atrezo.
¡Vivan los héroes del día a día! .
En estos tiempos de comparecencias vía pantalla de plasma, nada como relajarse dejándose llevar por los sabios consejos del personal de sala; son ell@s nuestra vía más directa y segura hacia el placer.
Como un placer es escuchar a la gran Maika Makovski; compositora e intérprete genial, he aquí una mujer plena de bondades con repertorio para dar y tomar:
Y no os perdáis, POR FAVOR, este temazo en directo. El hecho de que sólo pueda colgar un enlace, no me disuade de compartirlo.
*Se explicará esto de los tirabeques en entradas futuras.
Se acabó otro abril más y en MaríaGastronomía, le dimos un
hasta la próxima, por todo lo alto. Con el propósito de conocer a fondo esta preciosa casa,
encargamos un menú degustación al chef Alfonso y nos dejamos en manos de Sonia
para los placeres líquidos.
Así, sin prisa, con el sol todavía alumbrando el bello
paraje en el que se sitúa Casa Pendás, se descorchó una botella de Louro do
Bolo. Este vino a base de Godello producido en Valdeorras por el afamado Rafael
Palacios, fue un comienzo rotundo y sin miramientos.Vino de impecable madera que transmite leves
notas de humo; sorprende por su expresividad muy floral, incluso herbáceo y
agrada en boca; aunque he de decir que me ha resultado excesivamente ácido en
algún momento.
A buena parte de la concurrencia le gustó más que el que se
bebería a continuación, del mismo productor y D.O.; As Sortes causó en mi,
todavía mejor sensación. Envolvente, con mayor presencia de fruta, mineral y
con una acidez más compensada; me resultó uno de los blancos gallegos más elegantes
que he probado.
Dejo los tintos para más adelante para ir dejando constancia de
un menú que comenzó con un producto de la huerta y de plena temporada. El
espárrago blanco es un lujo de suavidad y ternura que se presentó en
contrapunto a la potente salsa que lo acompañaba. Además resultó un reto
superado para el Valdeorras, que no se amilanaba tanto como cabría esperar ante
un producto de maridaje imposible, como es el espárrago.
Llegó el turno de la xarda que descansaba sobre un lecho
vegetal y se arropaba con velo de tocino. El plato en si se mostró tan limpio y
sencillo, como desconcertante. Para tratar de hacerme entender, válgame con
decir que su maridaje óptimo se movería entre un tinto con toques herbáceos o
algún Jerez con enjundia.
Continuó el festival con un salpicón de bogavante con huevo
a baja temperatura que resultó ser una sorpresade suavidad, de sabores nítidos y de
preparación para lo que todavía estaba por llegar.
Otro marisco, la vieira en este caso, comenzó a calentarnos
el cuerpo. Rebozado en harina de maíz, y acompañado con ricos vegetales y una
especie de pilpil de ajada; el molusco se presentaba con los ingredientes de su
preparación más tradicional, pero con todos los elementos en su punto;
resultando en un plato más fresco.
El foie con queso de A Capela -¡que rico!-con una vinagreta
de pasas, nueces y el contrapunto de acidez de la manzana; probablemente fue el
plato que más adentro me llegó de toda la comida.
Poco puedo decir del mero con jugo de espárragos; el hecho
de que recordara fotografiarlo, cuando ya me había zampado la mitad, habla
mucho de lo sabroso que estaba tanto el pescado como el jugo que lo acompañaba.
Por último, previo al apartado dulce; nos sirvieron una
especie de empanada de carne de lo más curiosa. Masa frita, pimiento y cebolla
pochaditos y el relleno cárnico en crudo -similar a un tártaro de carne-
Quedará este plato para mi memoria, como una de las empanadas de la nueva
cocina que más me ha sorprendido. De hecho un bloguero de la comarca, con el
que ese día compartimos mesa; mencionó que podría elaborar un ranking la mar de
interesante con esas empanadas revisitadas como protagonistas.
Sólo un apunte; más de un@ ha estado de acuerdo conmigo en
cuanto a que sería más acertado haber intercambiado la posición de este plato
dentro del menú, por la del foie.
Hasta aquí los tres pedazo de vinos tintos con los que nos
deleitamos fueron por orden de consumo y de oro a bronce; el Yotuel, el Pago de
los Capellanes Finca el Nogal, ambos de la D.O. Ribera del Duero y El Puntido D.O.Ca. La Rioja. El 2.006 como añada común y el gusto
de degustarlos como placer común. De hecho, creo que cometimos un error con el orden de consumo. ¿La razón?, pues creo que se debe a que el Yotuel resultó tan complejo que despistó sobre él mismo en un principio y sobre sus sucesores después. En fin, uno de esos caldos que en una primera aproximación, producen temor por la posibilidad de estar cerrado o demasiado evolucionado y luego no dejan de fliparte a cada sorbo.
Se trata de un vino de muy baja producción
-poco más de 2.000 botellas- producido en Ribera del Duero por Bodegas Gallego Zapatero y sobrepasa el año en madera francesa. El resultado es un vino que agrada en aromas primarios, pero que maravilla en el segundo plano con notas de ahumados, minerales, tostados y un deje a hongos (toques terrosos y trufados). En boca se emsamblan esas sensaciones en una buena estructura que alegra su elegancia con una acidez equilibrada y un toque licoroso.
Tras esto, cayeron dos pedazo vinos que, pese a resultar gozosos, me dejaron recuerdos como una leve falta de acidez en el caso de El Nogal y un exceso de lácteos en el caso de El Puntido. Defecto de mi gusto, más que de los beberes, seguramente...
Comenzamos el apartado dulce con un clásico de la casa; las
cañitas rellenas de crema -con vainilla de verdad- y lo continuamos con una
suave mousse de chocolate blanco y almendras fileteadas, que se escapó al
objetivo de la cámara.
Los cafés llegaron en la dulce compañía de unas tejas
caseras y unas trufas de infarto. El chocolate que no falte.
Si digo que para acabar este festival, todavía nos visitaron las burbujas del país vecino, supongo que nadie tendrá problema con rematar esto con un jazz más complejo que ese Yotuel del que he hablado unos cuantos párrafos más arriba. Return To Forever, supergrupo del jazzrock setentero desconcertó a la audiencia décadas atrás con maravillas como este TheEndless Night: